domingo, 26 de febrero de 2012

EL PLANO DE ALI-GUSA-NO (1974)


El plano de Ali-Gusa-No (1974)se publicó de forma seriada entre los números 203 y 213 de la revista Mortadelo. El argumento, según algunos colaboradores de El Foro de la TIA, puede estar sacado de la obra de Peyó Les Douze Travaux de Benoît Brisefer, con la que comparte la línea argumental global, si bien el desarrollo posterior es característico de Ibáñez. Se trata de una de las numerosas obras que el autor firmó en los 70 en las que nuestros agentes han de encontrar diez objetos en diez lugares distintos. El precedente se sentó con La caja de diez cerrojos (1971) y continuó con A la caza del cuadro (1971), Los diamantes de la Gran Duquesa (1972) y con la  posterior El caso del calcetín (1976), claramente inspirado en la obra que nos ocupa.

El dibujo, como corresponde a esta etapa del autor se caracteriza por un entintado irregular, que pasa por distintas manos. En líneas generales se puede decir que está bastante descuidado, llegando incluso a utilizar la mano alzada para el contorno de algunas viñetas. Destaca la primera del álbum, en la que se juega con la composición del título y que está, probablemente, entintada por el mismo Ibáñez, como se deduce de la riqueza de matices que presenta el dibujo.

El primer episodio empieza con diferentes agentes de la TIA hablando de Mortadelo y Filemón, a los que intentan encontrar ante un Súper furioso. Este afán por buscarlos nos lleva a preguntarnos por qué el Súper manda precisamente a Mortadelo y Filemón y no a estos otros agentes a la misión que nos ocupa. No deja de ser gracioso el momento en que nuestros hombres aparecen al oído del licor del Súper. Ibáñez, fiel a su máxima de que cuando hay mucho texto no se debe aburrir al lector, interrumpe la extensa explicación de Vicente con las conversaciones de Mortadelo y Filemón quienes, ajenos a la exposición de la misión, se dedican a los juegos de azar. Este recurso se ha utilizado en historietas cortas como ¡Bichejos a mí! , también de los setenta, y posteriormente en álbumes de los ochenta como Las tacillas volantes (1989) o El gran sarao (1990). El caso en cuestión consiste en que el mercachifle Ali-Gusa-No ha vendido un pedazo de desierto a diez primos y firmó el contrato en el mismo plano del terreno. Sin embargo, al descubrirse uranio enriquecido en la zona, la persona que posea esos diez trozos de plano se hará multimillonaria, algo que pretende conseguir la organización enemiga ABUELA , aunque sea pasando por encima de los “primos”. Como suele ocurrir en estos  álbumes, el primer episodio es expositivo, por lo que Ibáñez lo cierra con un simpático malentendido en el que Mortadelo y Filemón creen que un pobre bodeguero es el primer sujeto que deben proteger. En realidad, se trata de que el Súper ha apuntado los nombres de la lista en unas libretas de propaganda del bodeguero.

El segundo episodio lleva a nuestros agentes a  la montaña para buscar al primer primo de la lista. Sin embargo, pronto cobran protagonismo los espías enemigos, que serán el gran hallazgo del álbum. Siempre ocultos en los rincones más insospechados (recurso que previamente usó Vázquez en su Anacleto), la organización de la ABUELA (Agentes Bélicos Ultramarinos Especialistas en Líos Aberrantes) será uno de los más duros rivales de la TIA. Aunque Ibáñez no volvió a utilizar el nombre de esta agencia en su etapa brugueriana, los autores apócrifos puestos por Bruguera la elegirán como enemiga oficial de la TIA en múltiples historietas apócrifas, especialmente en las realizadas por Casanyes. Tan popular llegó a hacerse esta organización que el mismo Ibáñez retomó su nombre y volvió a nombrarla en aventuras como La tergiversicina (1991) o Clínicas antibirria (1993). Así pues, la guerra entre las dos organizaciones, con sus respectivos agentes burlándose mutuamente será lo más destacado de este álbum. En este episodio encontramos algunos gags surrealistas como el de la montaña con cremallera o aquel en el que vemos a Filemón escalando la montaña como quien anda por su casa. También destaca  la poderosa imagen de Mortadelo tomando el sol en un volcán en erupción, que también tiene un antecedente en el Anacleto de Vázquez.  Hilarante resulta también la secuencia en la que Mortadelo despeja el terreno de hierbajos para que se la pegue el agente enemigo. Finalmente, dan con el primer primo de la lista al que “salvan” la vida haciéndole caer desde un precipicio.



La búsqueda del segundo hombre lleva a nuestros agentes a la selva, lugar que visitaron también en La caja de diez cerrojos, y que volverán a ver en Las embajadas chifladas (1991), 20.000 leguas de viaje sibilino (1994)y Mundial 2010 (2010). Destaca el gag de los paracaídas cambiados por el malhechor de la ABUELA, así como el impagable cameo de Rompetechos cazando. En esta ocasión, nuestros agentes serán más o menos eficaces y solo la mala suerte de Filemón empañará el happy end. El cuarto episodio empieza con un brillante gag en el que el espía de turno logra burlar a los protagonistas y continúa con una persecución marítima en la que nuestros agentes viajarán a bordo de un cascajo de barco, como en la historieta corta El carguero Chatárrez (Super Mortadelo, nº 13),y en los álbumes A la caza del cuadro (de Mortadelo y Filemón), o A Seúl en un baúl  (1987), de Chicha, Tato y Clodoveo. Aunque los agentes realizarán su tramo de misión correctamente, un desafortunado comentario del Súper desencadenará la ira vengativa de Filemón.

      El quinto episodio se desarrollará en una obra, ya que el personaje que buscan ahora nuestros hombres es un albañil. Está precedido de una cómica entradilla en la que los agentes eliminan a una serie de espías escondidos en lugares recónditos, pero detectan tarde los micrófonos que les han colado en el piso. La ambientación en la obra la encontramos también en álbumes como Los diamantes de la Gran Duquesa, Los secuestradores (1975), El trastomóvil (1996), El señor de los ladrillos (2003) o La bombilla, ¡ciao, chiquilla! (2011). Destaca el original final del capítulo, con Filemón atrapado con el villano en un bloque de cemento. Completan el episodio algunas alusiones a la actualidad del momento, como el caso Watergate o la emigración de obreros españoles a Alemania.

                El sexto episodio supone una vuelta de tuerca con respecto al gag inicial con los espías, pues la imprudencia de Mortadelo echa a rodar la suma discreción de su jefe al decir en voz alta lo que este le había comunicado en secreto. También hay que resaltar el gag en que Mortadelo lee en un periódico la ubicación del hombre que buscan, así como aquel en que nuestros agentes parecen ir en un descapotable cuando en realidad solo van atados a este en un cajón con ruedas, en un gag que recuerda a uno similar de Valor y al toro (1970) y de A la caza del cuadro.  El episodio contiene algún gag surrealista como el de la hormiga gigante y en él nuevamente nuestros agentes eliminan sin querer a su protegido quien, esta vez, perseguirá también al Súper.

                El séptimo episodio vuelve a llevar la acción al campo, aunque el verdadero eje cómico lo presenta el espía disfrazado como Filemón, que da pie a equívocos de identidad como los que consolidara Plauto con Anfitrión  y que Ibáñez desarrollará posteriormente en El señor Todoquisque (1992).  Destaca también la mala concepción que Mortadelo tiene de su jefe, a quien reconoce por el olor corporal y por su gusto por la alfalfa. Este tipo de chiste recuerda al que años después veremos en la obra heredera de El plano de Ali-Gusa-No, El caso del calcetín, con otro falso Filemón. El capítulo que nos ocupa se saldará con un Filemón que sale mal parado ante la brutalidad de un labriego. El octavo capítulo vuelve a tener como punto fuerte la entradilla con los espías, que encuentran literalmente hasta en la sopa. Delicioso es también el gag del gusanito-espía que escribe en la pared el mensaje secreto. La ubicación en la sociedad protectora de animales permite a Ibáñez mostrar su habilidad en el dibujo de las distintas especies, a la vez que propina algún que otro gag surrealista, como el del mono portero o el cocodrilo recepcionista. No falta tampoco la puya contra la falta de higiene de los hippies.


En el noveno episodio nuestros agentes toman la precaución de irse a la cima de una montaña para evitar a los espías, aunque el tiro les saldrá por la culata. Esta vez la acción se desarrollará en un domicilio particular, con escenas impagables como ese Filemón derrotado llamando al sereno tras intentar forzar una puerta. En esta ocasión, Mortadelo y Filemón casi llegan tarde, pues el espía ya tiene amordazado al pirotécnico que debían proteger y el trozo de plano en las manos. Aunque nuestros hombres llegan a arrebatárselo, no evitan la explosión.

El décimo capítulo es una muestra, al menos en sus dos primeras páginas, del mal entintado, en el que un entintador negligente incluso colorea los dos lacitos de Mortadelo como si fueran una corbata negra.  En este tramo se da uno de los gags más brillantes del álbum, en el que Mortadelo se inventa la localización del próximo primo, provocando una avalancha de espías que parten a por él (reflejados en una hiperbólica y lujosa viñeta). Lo jocoso consiste en que, sin querer, Mortadelo les proporciona a los enemigos la localización exacta del hombre que buscan. El resto del capítulo se desarrolla en un escenario poco explotado, como son las pirámides de Egipto, en las que Mortadelo muestra su capacidad para detectar espías, aunque también acabe confundiendo a su protegido con uno de ellos.

                El último episodio presenta la inverosímil situación consistente en que Filemón es el último primo de la lista, lo cual no explica por qué este agente no ha dicho nada hasta el momento. Algo similar le ocurre a Mortadelo, cuyo perro electrónico es uno de los afectados en Misión de perros (1976). En este capítulo comprobamos también que la ciudad de Mortadelo  y Filemón es Barcelona, pues los agentes viven cerca del puerto, desde donde se ve relativamente cerca la estatua de Colón. Por desgracia, la inoperancia de Mortadelo lleva a quemar este último trozo de plano, donde venía la firma , de manera que invalida todos los demás. Este será uno de los escasos álbumes en los que la culpa final recae en Mortadelo, quedando Filemón como uno de los perseguidores que lo buscan.


                En general, podemos decir que El plano de Ali-Gusa-No (uno de los primeros títulos con rima interna del autor) es una de las grandes historietas de los años setenta. El hallazgo de los espías de la ABUELA será tan brillante que Ibáñez lo retomará unos años después en El caso del calcetín. Se podría decir que, como las apariciones de Ofelia en Los gamberros (1978), las entradillas son más importantes en esta historieta que la propia misión. Muy recomendable.

domingo, 19 de febrero de 2012

IBÁÑEZ APRENDIÓ LA LECCIÓN. EXTRA DE CARNAVAL

Sí, la lección de Rafael González. Según Julia Galán, esas portadas llenas de gente con las que nos obsequiaba Ibáñez eran sugerencia de Rafael González, el omnipotente director de la editorial Bruguera.

Aunque esta portada pertenece ya a los años ochenta, Ibáñez aprendió la lección y siguió deleitándonos con portadas espectaculares en las que, al margen del chiste central, multitud de detalles secundarios las adornaban. En este caso, más que detalles secundarios, todo forma parte de un mismo chiste, por otra parte nada original del autor. La idea de que Mortadelo aparezca en un recinto limitado espacialmente con un disfraz que, por sus dimensiones, acabará de atestarlo, la encontramos ya en historietas como la corta Hacer un extraordinario...¡Jo, menudo calvario! y en aventuras largas como El gran sarao (1989), como nos ha recordado recientemente Mortadelón en su blog.



En este caso, la escena se enriquece con el movimiento de que dota a la portada. Un suntuoso Mortadelo vestido de sultán, con un vestuario que es en sí una obra de arte, a lomos de un elefante delirante que, al ver a la Ofelia, no ha podido resistir el impulso de bailar con la que cree una congénere. El lugar central que ocupa esta imagen se ve enriquecido con el resto de los invitados a la fiesta, que, en planos secundarios, sufren los estragos de la ágil escena. Queremos dejar constancia del maravilloso sentido de la composición (nada ortodoxo) que Ibáñez refleja en esta portada: un elemento central que atrae la atención y una serie de elementos secundarios que giran en torno a este núcleo principal.

Además del personaje principal, es una gozada fijarse en los disfraces de los personajes secundarios. Así, vemos a Ofelia caracterizada como una delicada Caperucita Roja, que no por delicada deja de llevar en su cestita chorizos y morcillas. Filemón luce un elegante traje de marinero que le permite bailar con una atractiva muchacha. El Súper, por su parte, ha elegido convenientemente un disfraz de Demonio (toda una declaración de intenciones).  En el margen inferior derecho vemos al conejo Bacterio tapando con su barba el rostro de su acompañante femenina.

Tenemos, como pueden ver, todo un lujo de portada para estas fechas de Carnaval en la que se confirman las habilidades de Ibáñez como realizador de ilustraciones a toda página, absoluto maestro del impacto visual y de los códigos que llaman la atención de los lectores.

domingo, 12 de febrero de 2012

LOS DETALLES SECUNDARIOS...¡JESÚS!

Como nuestros lectores sabrán, los detalles en segundo, e incluso en tercer plano son marca indiscutible de la factoría Ibáñez, especialmente en las portadas, donde hay más espacio para recrearse en estos jocosos elementos.De hecho, Ibáñez siempre ha defendido que tales detallitos pueden salvar un chiste flojucho, de manera que muchas veces son más apreciados por el lector que la ilustración principal. 



Pues bien, dentro de este tipo de chistes, hay una constante que entusiasma a nuestro autor: nos referimos a los dos bichitos de turno que, ajenos a la ilustración dominante, desarrollan su propia gracieta: ratones, gatos, perros, monos, murciélagos, gusanos, arañas... 



Últimamente, hemos observado que en algunas portadas se repite un chiste consistente en que uno de los bichitos aparece destartalado, según su aspecto físico, después de un estornudo, mientras que otro le dice, cortésmente "Jesús", asombrado por el estruendo organizado por su compañero. Aquí les dejamos algunos de los casos en los que Ibáñez ha recurrido a este chiste en concreto para sus portadas.



De paso, les retamos a que nos digan a qué historietas pertenecen estos detallitos que hemos extraído. Si se fijan, no es difícil.


Saludos

domingo, 5 de febrero de 2012

LA GENTE DE VICENTE, EL SUPERINTENDENTE

Que no, que no, que no hablamos del álbum titulado La gente de Vicente, que no... Hablamos de la gente que rodea al tal Super-intendente Vicente, el tirano de la TIA. Aunque a Ibáñez no le gusta profundizar en la vida privada ni en las relaciones familiares de sus criaturas, a lo largo de los años hemos podido vislumbrar algo de la vida personal del Súper. 

Antepasados 

            Poco sabemos de los ancestros del Súper. Algunos de ellos no son muy ilustres, como se puede ver en la historieta corta El cacharro del tiempo (1990), donde se dice que el bisabuelo de su tatarabuelo amasó una fortuna por tierras caribeñas mediante la exportación de loros chismorreros. Años más tarde, en El racista (1991) nos enteramos que dicho bisabuelo de su tatarabuelo descendía de Boabdil el Mediano,lo cual trae nefastas consecuencias para el Súper, ya que el vicepresidente general resulta ser un racista de tomo y lomo.
Padres
            Más próximos en el tiempo son los padres del Súper. De quien primero tenemos noticias es de su madre, quien funge como directora en la Residencia de ancianitas huérfanas. Se trata de una mujer oronda,de cierto carácter y no mal conservada, a quien nuestros agentes se las hacen pasar canutas en Los gamberros (1978). He aquí un ejemplo, que debemos al escaneo de ase62, de los desmanes a los que los agentes del Súper somenten a su señora madre.

                                                  

                        En cuanto al padre del Súper, no lo conocemos hasta De los ochenta p'arriba... (1999), donde descubrimos que se llama Primitivo Ruínez y que será una de las nuevas víctimas de la incompetencia de Mortadelo y Filemón.

                                                               

Descendencia
         Con respecto a la prole del Superintendente, resulta indispensable recordar la aparición del hijo del Súper en Concurso-Oposición (1975), donde lo vemos caracterizado como un muchacho eficaz y autosuficiente dotado de una gran autoestima. Ciertamente, se trata de un joven muy competente, con una notable habilidad para el disfraz que ensombrece al mismo Mortadelo y con una gran capacidad de trabajo (cómo olvidar cuando hizo una estación de Metro con una cuchara). En su actitud condescendiente hacia Mortadelo (al que llama "buen hombre") se nota un cierto aire de superioridad, quizá debido a la alta posición de su padre. Sin embargo, hay que decir en su favor que, lejos de aprovechar el enchufe para entrar en la TIA, se enfrenta a las pruebas del concurso como uno más. Incluso cuando obtiene su diploma, tiene el detalle de querer obsequiar a Mortadelo y Filemón con una copichuela para celebrarlo. Además de este hijo, se supone que Vicente tiene otro,o al menos eso parece indicarse en la historieta corta King Kong made in Spain, de mediados de los 70, en la que Mortadelo le pregunta al Súper si la foto que le ha enseñado (de un mono, por cierto) es de su hijo pequeño o del mayor.

Vida sentimental
        
              No sabemos a cuál de sus matrimonios pertenecen estos hijos del Súper, ya que a lo largo de los años,la falta de continuidad de Ibáñez ha hecho que el Súper cambie de esposa en numerosas ocasiones. Así, la primera que conocemos es la que aparece en Magín "el Mago" (1971), que soporta estoicamente cómo los agentes de su marido destrozan la puerta de su casa. Quizá estos desmanes llevaron a su primera esposa a separarse de él. Pero hay mucho amor que dar tras el mostacho de Vicente y ya en El caso del calcetín (1976) vemos a una nueva y adorable esposa que acaba metiendo la pata de forma morrocotuda al final de la historieta, antes de la consabida venganza de Mortadelo y Filemón. Dicha esposa parece ser la misma que, en El brujo (1977) ya ha sacado las patas y trata al Súper como a un esclavo, haciéndole perder su aire marcial al obligarlo a fregar los platos.

                                                           

                                                              

A leguas se veía que este matrimonio no marchaba bien, por lo que no nos extrañó cuando un año más tarde el Súper ya presentaba otra esposa, quien había llevado a su casa a su padre y su hermano (es decir, el suegro y el cuñado del Súper), tal y como se ve en Contrabando (1978).

                          

Tal vez también este matrimonio se vio minado por la incompetencia de los subordinados de Vicente, porque ya en los años 90 vemos que el Súper tiene una nueva esposa, la cual es más o menos estable y se mantiene con el mismo aspecto en distintos álbumes. Así, aparece en El óscar del moro (1998), donde empieza a sospechar de un posible affaire entre su marido y la Ofelia. Sin embargo, la mayor crisis matrimonial de la pareja la presenciamos en Impeachment! (1999), donde el Súper se ve sometido al juicio de la opinión pública por, supuestamente, acosar a su oronda secretaria, lo cual enfurece a la mujer del Súper, que ya tenía la mosca detrás de la oreja. Volvemos a  encontrarla en El estrellato (2002), donde parece que la pareja ha sorteado todos sus obstáculos.
                                                       

Otros familiares
         
          Aparte de los familiares directos, el Súper tiene otros parientes que lo visitan ocasionalmente. Tal es el caso de tía Hermengarda, quien en Corrupción a mogollón (1994) deshereda a su sobrino, después de que este le propine una sonora bofetada. También pulula por la tía una sobrinita del Súper, que ensaya sus pasos como bailarina, como se ve en El disfraz, cosa falaz...(1995). En ese mismo álbum, comprobamos que la intolerante viejecita con la que se encuentran Mortadelo y Filemón y a la que acaban colgando de un árbol es la tía Eduviguis, del Súper. Imposible olvidar, también, al cuñado del Súper que detona toda la trama de 20.000 leguas de viaje sibilino (1994), oriundo de Rabadilleira (Lugo).
                                                      

                                                      
    
                                            

Como curiosidad
      En la citada historia corta "El cacharro del tiempo", Mortadelo deja entrever que Filemón insinúa que hay algo entre la esposa del Súper y el lechero. Pues bien, en la viñeta que hemos presentado algo más arriba de la historieta Contrabando, se observa cómo en el domicilio del Súper estaba, además de su familia, el lechero. ¿Estaría trabajando o eran fundados los rumores que difundía Filemón? Saquen sus propias conclusiones.